Facturas cloud infladas hasta 300%: la falta de observabilidad golpea a las empresas en LATAM

La nube se ha consolidado como la gran promesa de elasticidad y eficiencia para las empresas. Pero cuando la factura llega, los CFOs y CTOs enfrentan una pregunta incómoda: ¿pueden demostrar con datos qué consumieron, quién lo usó y qué valor generó? En la mayoría de los casos, la respuesta es no. Ese vacío de evidencia no es técnico: es financiero-operativo. Sin observabilidad profunda, no hay trazabilidad del gasto ni control del costo total de propiedad (TCO). Y el impacto es tan grande que, según el State of the Cloud Report 2024 de Flexera, gestionar el gasto cloud es el desafío número uno para las organizaciones globales, por encima incluso de la seguridad.

Un 27% del gasto en cloud se desperdicia

Flexera estima que las empresas desperdician en promedio 27% de su gasto cloud. La lista de fugas incluye:

  • Instancias sobredimensionadas que nunca operan a plena capacidad.
  • Almacenamiento inactivo que nadie revisa ni depura.
  • Entornos de desarrollo o prueba que quedaron activos “para siempre”.
  • Servicios huérfanos que sobreviven tras migraciones o pilotos.

La conclusión es clara: la nube no es cara; lo caro es no verla.

Downtime: el otro costo oculto

El problema no es sólo pagar de más por recursos ociosos. El downtime multiplica las pérdidas. Un informe de Splunk y Oxford Economics calcula en US$400.000 millones anuales el costo de caídas en las Global 2000. En promedio, cada gran empresa pierde US$49 millones en ingresos y paga US$22 millones en multas regulatorias por fallas. En sectores como retail, banca o logística, cada minuto sin servicio es efecto dominó.

Dónde realmente se escapa el dinero

Sin observabilidad no hay FinOps. Tener políticas de ahorro o compromisos de capacidad no basta si no se ve con detalle qué consume, cuándo y con qué impacto. Las principales fugas:

  • Sobredimensión crónica: autoscaling sin límites, instancias premium donde bastaba estándar.
  • Capas invisibles de almacenamiento: snapshots heredados, buckets antiguos sin ciclo de vida.
  • Entornos que nadie gobierna: dev/QA que se vuelven permanentes.
  • Multi-cloud sin etiquetado: sin tagging ni showback, los números no se asignan a productos o equipos; el recorte es horizontal e injusto.
  • IA generativa en piloto perpetuo: cargas con picos imprevisibles y costos volátiles.

La fotografía LATAM: adopción acelerada, control débil

Más del 80% de las empresas en América Latina ya operan con servicios cloud. La región lidera en crecimiento —cercano al 30% anual, según IDC—, pero la velocidad no siempre viene acompañada de madurez.

Tres factores explican por qué aquí la factura se infla más:

  1. Conectividad desigual y última milla digital: optimizaciones sin métricas de experiencia real llevan a sobrepagar.
  2. Procesos regulatorios fragmentados: duplicar datos “por si acaso” genera gastos innecesarios.
  3. Operación multicloud híbrida: sin observabilidad, el gasto se dispersa en múltiples proveedores.

En LATAM, la nube crece, pero sin gobierno del gasto, las facturas se vuelven impredecibles.

De la evidencia a la acción

Los datos muestran que la observabilidad devuelve valor financiero tangible. New Relic (2024) reporta que las compañías con observabilidad full-stack logran un ROI mediano de 4×, con 79% menos downtime y 48% menos costos por caídas; en retail, el ROI escala a 302%. Deloitte estima que con FinOps y observabilidad maduras, las empresas pueden reducir hasta 40% sus costos cloud, lo que representa US$21.000 millones en ahorros globales para 2025.

El mensaje para CFOs y CTOs es directo: observabilidad no es una capa técnica, es una palanca financiera.

En números simples: una empresa que gasta US$36 millones anuales en cloud puede perder US$9 millones al año sólo por desperdicio (Flexera). Si agrega prácticas FinOps + observabilidad, ese agujero puede cerrarse en un 30–40%. En paralelo, cada minuto de caída evitado libera millones adicionales. La ecuación no es técnica: es negocio.

El cómo hacerlo importa tanto como el qué. El mercado ofrece herramientas robustas —Datadog, New Relic, Splunk, Grafana Cloud, Lightstep—, pero la diferencia no está en la plataforma, sino en la integración operativa: etiquetado confiable, trazabilidad de rutas críticas, KPIs financieros y decisiones automatizadas para apagar, ajustar o degradar cargas. La observabilidad de experiencia de usuario (RUM, synthetics) es igual de crítica que la infraestructura: te muestra dónde ahorrar sin dañar la conversión.

Y esperar no es opción. IDC proyecta que el gasto mundial en cloud se duplicará hacia 2028; en América Latina la adopción ya es mayoría. Retrasar observabilidad y FinOps no ahorra: encarece. Cada mes sin control suma deuda técnica y financiera. Y cuando ocurre una caída, la factura lo recuerda: US$400.000 millones al año en pérdidas globales lo prueban.

Conclusión: observabilidad, el nuevo control financiero del cloud

La nube seguirá siendo el motor de la transformación digital, pero sin observabilidad, también seguirá siendo un agujero negro en las finanzas.

En Factor IT ayudamos a empresas de la región a analizar sus casos concretos, identificar oportunidades de ahorro reales y compartir casos de uso probados que convierten la observabilidad en un habilitador financiero.

Porque cada punto porcentual recuperado hoy son millones disponibles para tu siguiente ciclo de innovación.

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